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Asociación Filosófica del Uruguay

jueves, 9 de febrero de 2012

Yo no me explico, tu no entiendes

En muchas ocasiones, hablando con nuestros hijos, amigos, compañeros o alumnos, transmitimos una idea, una propuesta o una instrucción que al parecer no es comprendida por nuestro interlocutor, ya que el resultado obtenido no es el que pretendíamos al hablar.
Y nos preguntamos, ¿no nos ha entendido, no nos quiere entender?¿Nos preguntamos si nos hemos explicado , es decir, si hemos emitido el mensaje correctamente?
La comunicación eficaz depende de muchos factores, tanto formales, ambientales como no verbales,y en la deficiente comprensión y emisión de la respuesta, incluso en el conflicto entre dos interlocutores, influyen todos ellos:
Puede ser que no me haya explicado bien, que por distintas razones no sea capaz de decir todo lo que quiero decir, y el mensaje quede interrumpido o incompleto. Para evitar esto, debería prepararlo antes, estudiando los aspectos fundamentales del mensaje, cuidando el lugar y el momento,y previendo posibles objeciones. En algunos casos, improvisamos, construimos el mensaje sobre la marcha, con lo cual si no está suficientemente claro para nosotros,es difícil que lo esté para otra persona.A veces, es una cuestión de que el lugar o el momento no se prestan a mantener determinado tipo de conversación, con lo que nuestro interlocutor no está receptivo.
O quizás la otra persona no sea capaz de prestar suficiente atención por preocupaciones u ocupaciones no relacionadas con lo que estamos hablando, o bien ,tenga alguna distracción a su alcance.Debemos verificar que nos está prestando atención, y que va comprendiendo el mensaje,evaluando sus comportamientos no verbales (por ejemplo, si nos está mirando atentamente, o está atento a sus papeles, al reloj, o a lo que pasa por la ventana), y hacer preguntas de control, para saber si está siguiendo el contenido de la conversación.
Hay casos en que la comunicación falla porque el interlocutor simplemente no entiende lo que le hemos dicho. Debemos tener en cuenta esta posibilidad, y hablar de manera asequible adaptando el discurso para que la otra persona pueda entenderlo, dependiendo de su edad, formación, experiencia, etc.
Puede ser también que la otra persona capte el mensaje, pero no lo acepte. Debemos propiciar que exprese con franqueza las posibles objeciones que pueda tener, para debatirlas, y encontrar soluciones conjuntas, posiblemente a medio camino de lo que nosotros esperábamos.
Otro problema que puede surgir en la comunicación es relativo a la retención de la información, la persona ha captado, comprende y acepta el mensaje, pero no lo retiene en su totalidad, o no suficiente tiempo como para recuperarlo después de su memoria. Para evitarlo, podemos ir haciendo resúmenes parciales, y animando a nuestro interlocutor a tomar notas por escrito.
Por otro lado,gran parte de lo que transmitimos en nuestra comunicación no son palabras: más del 90% se trata de lo que decimos mediante el lenguaje corporal, gestual y el tono de voz.
Entonces, para afinar la comunicación en nuestras relaciones en el aula o en familia, podemos tener claro lo que transmitimos y captar lo que el otro interlocutor nos intenta transmitir mediante el conocimiento de la proxémica (análisis de la proximidad corporal en las relaciones) y de la kinestesia (análisis de la información captada por el movimiento corporal propio y de los demás, relacionada con la teoría de las inteligencias múltiples de Gardner).
Un resumen de lo que tenemos que tener en cuenta respecto al lenguaje corporal a la hora de comunicarnos eficazmente, puede ser basado en las siguientes pautas:
Ojos: Se dice que los ojos son las ventanas del alma, porque suelen expresar claramente las emociones. Mirar de frente y limpiamente a los ojos del otro es transmitir seguridad, amistad, madurez y sinceridad.Sin embargo, no se debe mirar fijamente al rostro del otro, para evitar tanto incomodarle como sentirse uno mismo incómodo.Lo mejor es mirar alternativamente al entrecejo (punto entre los dos ojos) y a la boca. Además, como ya sabemos por las normas de cortesía,pero a veces olvidamos si "hay confianza",es conveniente no mirar a otros lugares mientras hablamos con alguien, ni analizar abiertamente su ropa, zapatos,etc., ni mirar el reloj.
Manos: Las manos complementan las palabras y dan énfasis a la conversación, sin embargo no hay que moverlas excesivamente ni realizar con ellas actividades que puedan distraer al interlocutor; mucho menos aproximarlas al rostro del otro.
Sonrisa: Acompañar la conversación con sonrisas cálidas y francas, transmite confianza y buena disposición, aun cuando las relaciones sean tensas.En este caso, es conveniente no exagerar, es fácil detectar una sonrisa fingida puesto que en la sonrisa verdadera intervienen los músculos orbiculares, que no podemos controlar conscientemente.
Tacto: Aunque es habitual encontrar personas que dan palmadas en la espalda o tocan a los otros en los brazos o codos, para llamar su atención; en ocasiones esto puede ser una fuente de malestar para el interlocutor, aunque tengamos confianza con él.Es mejor no tocar a la otra persona innecesariamente, salvo para expresarle una muestra de afecto que estemos seguros necesita.Tampoco es conveniente ocultar las manos (por ejemplo metiéndolas en los bolsillos), puede ser interpretado como signo de indiferencia y mala educación.
Postura: Abordar una conversación en el borde de una silla o sillón, o bien mover constantemente piernas y pies, cambiar a menudo de postura, etc., son gestos que indican aburrimiento e impaciencia, y pueden ser interpretados como falta de interés por nuestro interlocutor. Escuchar con las manos detrás de la cabeza y el cuerpo estirado hacia atrás, denota una seguridad en sí mismo que puede ser interpretada por el otro como prepotencia.
Finalmente, para abordar una conversación cuando las relaciones son tensas y evitar que desemboquen en discusión o conflicto, podemos tener en cuenta las siguientes pautas:
Escoger el mejor momento y lugar posibles
Tratar de comprender la situación y al otro. No tratar a toda costa de "ganar la batalla"
Centrarse en el motivo actual de discusión, no en otras cuestiones del pasado
Exponer las cuestiones positivamente.Defender el propio punto de vista sin menospreciar ni faltar al respeto al otro.Resaltar lo positivo de la situación y del interlocutor.
Enfrentarse al problema, no al interlocutor.Evitar el "tú eres""Siempre tienes que...", hablando en primera persona: "creo que""me parece que""entiendo tu opinión,pero".Tampoco decir al otro directamente lo que debe de hacer, sino preguntarle sobre cómo cree que conjuntamente podrían resolver la situación.
Estar dispuesto a hacer las paces completamente si se llega a un acuerdo.No mostrarse nunca reconcoroso ni vengativo.
Pensar siempre antes de hablar.Respetar la palabra del interlocutor, no adelantarse a sus expresiones ni opiniones, no interrumpirle cuando hable.Escuchar (que no es lo mismo que oir), sin prejuzgar.
Ser sincero no significa hacer daño al otro. Se puede decir la verdad con respeto y con cariño, hablando pausadamente y sin tono de reproche. El tono de "sermón" hace que el interlocutor se ponga a la defensiva y no escuche.
En ocasiones, hemos tenido en cuenta todas estas cuestiones, nuestro mensaje ha llegado al interlocutor, ha sido entendido, lo “único” que falla es ¡la puesta en práctica!:
http://www.youtube.com/watch?v=2XZnUuWlyY0

1 comentario:

  1. hola me gustaria suscribirme a la revista.
    dejo mi mail por cualquier consulta.
    gracias.
    Mariana Medina.
    marianamedina08@hotmail.com

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